Desde sus mismos inicios las relaciones públicas han tenido y tienen una principal demanda profesional: la aparición de entidades, personas y temas en los medios de comunicación de masas.
Ciertamente, esta faceta, siendo parte o especialidad de las relaciones públicas, no necesariamente es la más siempre. Ello depende de muchas circunstancias. Pero ese estigma del publirelacionista como individuo que consigue que alguien o algo aparezcan en los mass media es ya consustancial a la percepción social sobre el asunto. Y va a ser muy difícil que desaparezca. Si acaso, y no es poco, va a alcanzándose un decremento en la intensidad de dicha percepción.
La cantidad de investigacion4es nos muestran y demuestran que las comunicaciones masivas usualmente solo refuerzan las tendencias previas de los públicos receptores de tales mensajes.
Al tratar los efectos de los medios de comunicación de masas en las Relaciones Públicas, se podrían definir dos tendencias opuestas: que los medios de comunicación solo restablecerían el tipo de opinión pública informada que caracterizaba al pueblo, dado que los ciudadanos tendrían nuevamente acceso igualitario a una información o que pudieran plasmar determinadas ideas en el público.
Desde cierto punto de vista, estas dos concepciones acerca de la relación de los medios de comunicación de masas con las relaciones públicas parecen netamente opuestas. Sin embargo, es posible señalar cómo, en otro sentido, no difieren mucho una de otra, ya que de una u otra manera se tiene a millones de receptores directos preparados para recibir el Mensaje; en segundo lugar, se imaginaban cada Mensaje como un estímulo directo y poderoso para la acción, capaz de provocar una respuesta inmediata. En suma, se atribuía a los medios de comunicación el carácter de nueva fuerza unificadora en una sociedad caracterizada por una organización social amorfa y por una gran pobreza de las relaciones interpersonales.
Si se toma en cuenta que existen muchas otras consecuencias de los medios de comunicación de masas que merecen indudablemente la atención de los investigadores, pero que aún no la han recibido, podemos seguir adelante, teniendo presente esta definición más cautelosa: la investigación sobre los medios de comunicación de masas ha aspirado a comprender como y en qué condiciones las campañas por medios masivos (esfuerzos más bien específicos y de corta duración) logran influir sobre las opiniones y las actitudes.
Ciertamente, esta faceta, siendo parte o especialidad de las relaciones públicas, no necesariamente es la más siempre. Ello depende de muchas circunstancias. Pero ese estigma del publirelacionista como individuo que consigue que alguien o algo aparezcan en los mass media es ya consustancial a la percepción social sobre el asunto. Y va a ser muy difícil que desaparezca. Si acaso, y no es poco, va a alcanzándose un decremento en la intensidad de dicha percepción.
La cantidad de investigacion4es nos muestran y demuestran que las comunicaciones masivas usualmente solo refuerzan las tendencias previas de los públicos receptores de tales mensajes.
Al tratar los efectos de los medios de comunicación de masas en las Relaciones Públicas, se podrían definir dos tendencias opuestas: que los medios de comunicación solo restablecerían el tipo de opinión pública informada que caracterizaba al pueblo, dado que los ciudadanos tendrían nuevamente acceso igualitario a una información o que pudieran plasmar determinadas ideas en el público.
Desde cierto punto de vista, estas dos concepciones acerca de la relación de los medios de comunicación de masas con las relaciones públicas parecen netamente opuestas. Sin embargo, es posible señalar cómo, en otro sentido, no difieren mucho una de otra, ya que de una u otra manera se tiene a millones de receptores directos preparados para recibir el Mensaje; en segundo lugar, se imaginaban cada Mensaje como un estímulo directo y poderoso para la acción, capaz de provocar una respuesta inmediata. En suma, se atribuía a los medios de comunicación el carácter de nueva fuerza unificadora en una sociedad caracterizada por una organización social amorfa y por una gran pobreza de las relaciones interpersonales.
Si se toma en cuenta que existen muchas otras consecuencias de los medios de comunicación de masas que merecen indudablemente la atención de los investigadores, pero que aún no la han recibido, podemos seguir adelante, teniendo presente esta definición más cautelosa: la investigación sobre los medios de comunicación de masas ha aspirado a comprender como y en qué condiciones las campañas por medios masivos (esfuerzos más bien específicos y de corta duración) logran influir sobre las opiniones y las actitudes.
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